Los cuentos Disney, de los príncipes azules, las princesas. Sobre
todo cuando recordamos que tras
los finales felices de Disney se esconde una macabra verdad manipulada para
representar las historias en forma de caricia en la espalda. . La gran
mayoría de cuentos se adaptaron para la gran pantalla y tras ellos se encierran tétricas
narraciones envueltas en gore, asesinatos y mucha sangre.
1. La Cenicienta
Escrita por Charles Perrault, se llamaba
en realidad Rashin Coatie y se enamoró de un carnero que murió asado. Pidió el
deseo de tener un bonito traje e ir a una fiesta y fue concedido. Ahí se dejó
una zapatilla (que no zapatito de cristal) y el príncipe fue a buscar a quién
pertenecía. En el cuento original la madrastra obliga a una de las hermanas a
cortarse los dedos, incluso el talón, para que la zapatilla cupiese. Otra
versión de esta Cenicienta fue escrita por Basile y la protagonista se llamaba
Zezolla (impresionante el nombre: Zezolla, qué maravilla). Era maltratada desde
la infancia e incluso sus padres llegan a cortarle el cuello. Muy bonito todo.
2. La Bella
Durmiente
En La Bella Durmiente (su primera
versión en 1836 también escrita por Basile) narraba la historia de una joven de
16 años protegida por su padre para que no se clavara la astilla envenenada de
la rueca. Como el destino está escrito, al final se la clava (la astilla) y su
padre decide reposar su cuerpo entre telas. Todo parece coincidir con el
original hasta que… ¡PAM! un noble que paseaba por el campo halla a la princesa
y quedándose prendado de su belleza, además de darle un besito muy mono, decide
mantener relaciones sexuales con ella mientras ella seguía estando en el limbo.
Nueve meses más tarde tiene gemelos (aún dormida) y no despertó hasta que uno
de sus hijos le succiona el dedo y consigue sacarle la astilla envenenada. Ni
príncipes ni historias, aquí ya sabemos quién es el héroe. El caso es que Talía
(que así se llamaba) muere finalmente en la hoguera. Todo un clásico para
contarle a los peques.
3. Hansel y Gretel
En Hansel y Gretel, ni son tan niños, ni
se pierden, ni hay casas de chocolate y chuches ni tampoco una bruja. La
verdadera historia habla sobre las duras condiciones medievales y la necesidad
de supervivencia en épocas donde se pasaba tanta hambre. Los padres deciden
abandonarlos en el bosque porque “iniciarlos en la madurez los libra de sus
responsabilidades como padres”, y de esa forma, el canibalismo es perfectamente
aplicable en condiciones de necesidad extrema. Por si tienes dudas, se los
comen. Y tan guay. Esto me recuerda a la canción aquella de Mary Poppins que
dice… “con un poco de azúcar esa píldora que os dan…”.
4. Caperucita
Roja
Caperucita Roja era solo un elemento
decorativo en la historia. Fue escrito también por Perrault y data de la época
del canibalismo. En algunos casos, el cuento llegó a llamarse ‘La Finta Nonna”
(la falsa abuela). El lobo se come a la abuela (y hasta aquí parece que todo
bien); sin embargo, luego extiende la carne sobre la mesa para que Caperucita
la devore ferozmente (o poquito a poco con una migajilla de pan). El siguiente
turno es el de Caperucita, pero un leñador escucha los gritos de la joven y
este abre las tripas del lobo para devolverla mágicamente al mundo de los
vivos.
5. Blancanieves y los
Siete Enanitos
De nuevo Los Hermanos Grimm haciendo de
las suyas. Aunque es cierto que el cuento original mantiene bastante su
identidad, lo que no se cuenta es que la venganza del príncipe al enterarse de
que la bruja había intentado envenenar a Blancanieves estuvo cuidadosamente
preparada. En el cuento original ordena confeccionar un par de zapatos de
hierro que son calentados hasta adquirir un color rojo pasión y posteriormente
invita a la bruja (siempre desde el respeto, imagino) a calzárselos calientes y
bailar mientras los lleve puestos. El final es precioso: baila, y baila, y
baila hasta caer muerta. Hay que ver el príncipe, ¿eh? menudo carácter, el tío.
Como para invitarle a café en casa.
6. La Sirenita
Este creo que es el que más me llegó a
la patata (corazón en la RAE). Si creíamos que ya había drama en el cuento
de Disney, en el original escrito por Hans Christian Andersen, ni te cuento. La
protagonista solo podía salir de la tierra y renunciar al mar bebiendo una
poción que le haría sentir como si caminara sobre cuchillos todo el tiempo. La
Sirenita, en un acto de amor profundo, la bebe. Y puede que creáis que esto
sería suficiente para disfrutar de Erik en el maravilloso mundo terrestre, pero
no. Ni vivieron felices ni comieron perdices, el príncipe se casó con otra
mujer (aaaaaaala) y la pobre y pelirrojita sirenita se lanzó al mar hasta
disolverse en espuma marina. (Moraleja de este cuento: el amor no es renuncia.
Y si no acuérdate siempre de esto si no quieres convertirte en espuma de mar).